sábado, 28 de julio de 2012

Un lugar llamado Pai

Comienzo a escribir esta entrada, sentado en uno de los tantos barcitos, que hacen entre otras cosas, que Pai sea un lugar encantador.
Y voy empezar contando, que a nivel turístico, el pueblo no tiene a su alrededor, mas que algunas cascadas, unas aguas termales, y unos maravillosos campos de arroz en medio de la montaña.
Pero para quien tuvo la suerte de visitarla, lo que lo atrapa a uno es su gente, las calles con puestos de comida exquisita, sus tiendas, y los tantos bares para disfrutar por la tarde y noche.
Sin duda, que un lugar en el cual las personas son amables, cálidas y sonrientes a uno lo hacen sentir a gusto, pero no es eso exactamente. Sino que esa es la energía que vibra en el lugar, y lo que a uno lo hace sentirse tan conectado, es el modo en que vibra esta porción del planeta.

 Esta ubicado a unas tres horas al noroeste de Chiang Mai, atravesando caminos de montaña, con curvas y precipicios. De hecho se la conoce por sus 762 curvas.
El viaje fue en minibus, y con el placer de compartirlo con Iara, Argentina, nacida en Concordia, que estuvo un año viviendo en Nueva Zelanda, y hace seis meses viajando por el Sudeste Asiático. Charlamos casi todo el viaje, y me paso algo de información de algunos lugares para visitar.

 Al llegar, podía percibírse el ritmo lento que lleva la vida en Pai. Así que caminando, me dedique a buscar algún sitio para dormir. Y es a partir de este momento que una serie de acontecimientos comenzaron a llamarme la atención y sorprenderme día tras día.

 Tras caminar y preguntar en algunos lugares, una señora me pregunta si estoy buscando un lugar para dormir, y me ofrece conocer una de las habitaciones que alquila en su casa. Y a los dos minutos estaba dejando mis mochilas en lo que seria mi hogar por los próximos nueve días.  Y agradecido porque realmente había encontrado lo que desee inconscientemente durante parte del viaje, conocer y vivir desde adentro la cultura y costumbres tailandesas.



La casa se encuentra sobre una de las calles principales. Al frente, en la parte baja esta la cocina y el restaurante. Al entrar, hay un living y la habitación de Mama Dank, y subiendo las escaleras mi habitación, y otra mas al costado que estuvo vacía toda la semana, para lo cual tuve todo el piso para mi solo.
Por mi primera vez en el viaje, me fui al almacén a comprar algunas cosas para desayunar durante todos los días al poder usar la cocina.



Al costado de nuestra casa vive la madre de Mama Dank de 83 años, que prometio enseñarme a cocinar algunos platos thai, y el riquísimo coffee shake.


 Al llegar a este mágico pueblo, supe que iba a quedarme unos cuantos días aprovechando y absorviendo la quietud del lugar. Así pasaron algunos, conversando con Dank, practicando yoga, caminando una y mil veces por las callecitas del pueblo, escribiendo y disfrutando de los diferentes coffees.
 Algunas tardes alquile una moto para conocer y pasar un rato en algunas de las cascadas que se encuentran a solo unos kilómetros.


Los paseos son de sueño entre campos de arroces, y nuevamente la imagen de la gente trabajando los cultivos y la tierra con sus propias manos. Algo muy artesanal, casi olvidado en muchas regiones del mundo, que al solo mirarlo entiendo donde nace la diferencia que existen en los alimentos que consumimos.



 Por los mismos caminos se sigue atravesando ríos y viendo elefantes como si fueran animales domésticos conviviendo entre las personas. Uno de los días Dank me dice que tiene que viajar a Chiang Mai para visitar a su hija, y quería preguntarme si no tenía problema en quedarme cuidando su casa. Y es así, que alcance a experimentar tal muestra de confianza que me emocionaba de pensarlo.
Y cuando creí que estaba llegando al techo de conocer la cultura thai, la vida me mostró que hay mucho mas donde llegar que lo que podemos imaginar. Y no se me hubiera ocurrido jamás que en unos días iba a presenciar un funeral tailandés.

 Ya hace algunos años, y mas aun desde que estaba en las playas al sur que andaba con ganas de hacerme un tatuaje, pero ni el mar ni el sol me parecían acordes al cuidado que se necesita los días posteriores. Y en Pai, estaban dadas todas las condiciones.
Así que Dank, me llevo al local de un amigo de ella, y nos pasamos cuatro horas dibujando. Haciendo y deshaciendo. Cambiando colores, formas y volviendo a repetir varias veces hasta alcanzar un diseño. Tang, con el cual habíamos pasado varias horas entre diferentes bocetos, se había convertido en mi cómplice. Y a pesar de que lo volví loco, entendía lo importante que significaba para mi lo que estábamos creando.
Y así fue, que quedamos para el día siguiente a la una del mediodía para comenzar a tatuarme.
Me desperté a media mañana, me prepare el desayuno, y salí a caminar un rato escuchando algo de música, y a esperar que llegue la hora para verlo a Tang.  Y pasaron la una, las dos, y el local cerrado...hasta que decidí sentarme en un bar de enfrente a esperar alguna noticia. De todos modos, no estaba muy inquieto, porque al llegar el primer día, encontre en la única librería, y entre solo cuatro libros en español, un titulo que me venían recomendado que se llama "La sombra del viento", y el cual recomiendo a viva voz después haberlo terminado ayer por la noche.
Así que, entre leer, y tomar algo se hicieron las seis de la tarde, cuando lo veo llegar a Tang con su moto para decirme con la cara pálida y los ojos llenos de lagrimas que había muerto su padre. La mandíbula se me cayo hasta el piso, y sin poder comunicarme demasiado, solo sentí abrazarlo. Me explico que los duelos y preparativos de los funerales llevan tres días, y recién el día Viernes podía volver a trabajar. A lo que le respondí que por mi parte no había problema, y que podía esperarlo. Al instante se subió a la moto y volvió a su casa.
Tengo que reconocer que paso un rato hasta que logre salir del túnel en que se encontraba mi mente. La situación que había vivido hacia solo minutos me parecía salida de un libreto de película.
 Y no paso mas de media hora, cuando regreso Tang para decirme que quería que participe en el funeral de su padre, al cual podía ir con Mama Dank.
 Y reconocí al instante que estaba hasta las pelotas metido en la cultura thai. Inclusive, en este mismo momento, al escribir, tengo la sensación de cierta fantasía en lo que viví en estos días. Pero lo real supera la ficción.

 Al día siguiente, cuando volvió Dank de Chiang Mai, me pregunto si quería acompañarla al super market donde compra la gente local. Acepte muy a gusto, y al llegar, me encontré con un escenario que me encanto y me hizo sonreír por dentro. El super market, es un predio de tierra, con varias carpas estilo circo, y lleno de puestos improvisados que arman y desarman día tras día.



De ahí se ofreció a llevarme con la moto a recorrer algunos campos, y terminamos comiendo en un restaurante en las afueras de Pai, a cambio de ponernos al día de como era la vida de cada uno.





 Y fue recién al día siguiente, con una lluvia suave pero constante, que acechaba hacia un par de dias y noches, que me acerque junto con Dank al funeral del padre de Tang. Los pocos detalles que me interesa trascender, es que todos se desarrollo en un clima de lo mas distendido, y sin animo de tragedia. Compartiendo arroz y agua entre todos los presentes, que eran muchos. Después de haber estado unas dos horas y habernos reverenciado a modo de rezo para una oración que duro unos minutos la gente comenzó a retirarse.

 Y finalmente el viernes, y durante cuatro horas Tang se saco las ganas de estampar sus artes en mi brazo izquierdo. 
 Este lugar, me dio quietud e intensidad al mismo tiempo. Me acobijo de una manera dulce, y me permitió conocer muy de adentro una cultura tan diferente para mi, pero que al mismo tiempo siento muy cerca. 
Sin duda alguna, mi paso por Pai no fue para nada intrascendente. 
 Ya mañana, en horas del mediodía voy a viajar unas dos horas, hasta llegar a un monasterio cercano a un pueblo llamado Mae Hon Song para experimentar unos días de meditación y yoga.




Chiang Mai, entre ciudad, selva y elefantes



Chiang Mai, es una ciudad al norte de Tailandia. Y en ningún caso se asemeja a lo que pueden ser las paradisiacas playas al sur del país, y no por eso reconocerle menos.
Diferentes personas que fui cruzando a lo largo del viaje, me fueron hablando del norte, y en todas ellas había un factor común, un reflejo en las miradas, un encanto apasionado, al cual era inevitable dedicarle unos segundos de silencio para que recordaran un sentimiento difícil de explicar.
Esa sensación me despertaba cierta intriga y ansiedad.
Quería conocer que es lo que guarda la magia del norte.


Llegue a Chiang Mai en avión desde Kuala Lumpur. Es una ciudad mas amplia de lo que esperaba y no tenía idea adonde me convenía ir. Así que le pregunte a una chica si podía decirme cual era la zona de guest house. Es algo que normalmente no falla, porque en la mayoría de las ciudades existe un núcleo de alojamientos siempre cercano a los lugares para visitar.
Así es que me subo a una camioneta estilo pick up con asientos montados detrás que funcionan como transporte de pasajeros, y le pido que me lleve a la zona antigua. Estábamos a unos 15 minutos de distancia, y al bajar le pregunto a un francés que andaba por la calle si sabia recomendarme algún sitio para dormir. Me comento que necesitaba hacer su foto para la visa a Laos, pero si lo esperaba podía acompañarme al guest house donde estaba el, a un precio mas que económico y con muy buen servicio, a solo unas cuadras de distancia.
Tras esperarlo, nos fuimos caminando y charlando de un tema recurrente y central en este viaje. Cuanto hace que estas viajando, por donde anduviste, para donde seguís, y cuanto tiempo pensas continuar ? Me puso un poco a tiro con la ciudad, y al llegar al lugar estaba "completo", pero de todos modos ya me encontraba a metros de diferentes opciones donde dormir.
Y al rato ya tenía alquilada una habitación privada por solo 200baths (un poco menos de usd 7).  Ese día me lo tome para caminar por los alrededores, y conocer entre otras cosas uno de los mercados mas bonitos que había visto hasta el momento.

Uno de los días, me alquile una moto, y salí a recorrer a unos 15 kms, uno de los templos mas emblemáticos. El templo Wat Phra That en Doi Suthep. Muchas personas visitando el lugar, pero en mayoría tailandeses. Al llegar te encontras con una escalera de 306 escalones.



Para ir subiendo de a poco, porque realmente te va quitando el aire, pero al llegar te encuentras en medio de un lugar que como poco, te permite encontrarte dentro de un clima de espiritualidad y respeto. Muchas imágenes de Buda por todo el lugar, diferentes espacios para rezar, algunos monjes, y distintas ceremonias para presenciar.
Intente en todo momento percibir un poco de lo que podía verse y sentir en el ambiente. Disfrute mucho de la fotografía del lugar, y de sacarle humo a la cámara de fotos.

















Había pasado un buen rato, y tras comer algo de almuerzo, tenía toda la tarde por delante. Pero tenía la sensación, que debería encontrar algo que me dejase sin aliento. Había leído que a unos pocos kms, había un pueblo llamado Ban Kun Chang Kian con algunas tribus Hmong's.
 El viaje era espectacular. Todo un recorrido con la moto subiendo la montaña, y unas vistas que comenzaban a deslumbrarme. No me llevo demasiado encontrar una aldea después de andar ya un rato dentro de la selva.
Era un extraño en medio de una civilización escondida fuera del circuito de paseos, y algo me decía que estaba por el buen camino. Seguí andando un poco mas para llegar bien arriba, hasta donde no podría continuar.
 Y aparecí de golpe en un jardín enorme de plantas y flores tropicales. Deje a un costado la moto y me dedique a caminar por el lugar.















































Estaba en lo mas alto de una montaña de donde podía apreciar las vista de la ciudad, un silencio que imponía humildad y paz. Algunos grupos étnicos trabajando la tierra, y sus artesanías con una tranquilidad como si las horas y los minutos no tuvieran lugar. Y es que tal vez el tiempo es una ilusión.



Camine, disfrute, y sentí cierta gratitud de estar presente en este lugar. Me pase un buen rato contemplando,  y absorviendo semejante belleza.
Al regreso me esperaba el mismo camino pero en bajada con un atardecer que me acompañaba como telonero de un día encantado.




Otro de los días me dedique a salir a caminar para perderme en la ciudad. Recorrí durante mas de horas lo que queda de las murallas, que años atras, protegía a los locales de las invasiones Birmanas. A la ciudad amurallada, hoy se la conoce como la zona antigua.
Y los días domingos por la tarde se extiende a lo largo de la entrada principal una gran feria con venta de artesanías, ropa, comidas o disfrutar de un foot masagge por solo 60 baths.



Y así llego el día en que decidí entrar a la selva para pasar una noche y dos días. Éramos un grupo de nueve, entre dos españoles, un americano, dos holandesas, tres ingleses, y un argento.
Salimos en camioneta hasta llegar a un campamento base, donde nos estaban esperando con un almuerzo, y tras un rato de descanso, nos esperaban tres horas caminando por la selva, subiendo la montañas hasta llegar a nuestro hogar por una noche.
Era un trekking de dificultad media, pero con mucho calor, y rodeado de verdadera selva.






























Cuando llegamos, nos mostraron nuestra tienda, hecha de bamboo, con un interior como living para cenar, y una habitación muy amplia con varias colchonetas, su ropa de cama, y mosquiteros.
Serian las cuatro y media de la tarde cuando habíamos dejado nuestras cosas,  un buen baño de agua fría, y a disfrutar de estar en medio de la selva y en lo alto de la montaña.




Teníamos a la entrada de la casa una terraza en la que pasamos toda la tarde, descansando, hablando, mirando, hasta que llego el momento de la cena a las siete de la tarde, unos minutos antes que sea de noche. En el lugar la comida se cocina a leña, y las únicas luces por las noches son algunas velas y un fogón. 
Por momentos, la sensación de respetar semejante silencio, hacia no querer ni hablar.
Era como si el entorno se adueñase de tus pensamientos, para enseñarte a disfrutar del presente.
Podía ver a varias familias que vivían en el lugar cumpliendo cada uno con sus tareas, siendo totalmente autosuficientes.




A las ocho de la noche habíamos comido, y parecía que fueran las dos de la mañana. Al rato aparecio una guitarra, y nos pasamos un buen rato en la terraza bajo una noche tapada de nubes, sin luna, pero con una mistica muy singular.



Al día siguiente, a las siete de la mañana, nos tomamos un muy rico desayuno, y enseguida continuamos nuestra travesía por algo mas de una hora de caminata hasta llegar una cascada de aprox. 10 mts de alto donde nos bañamos por debajo del agua helada que caía con la fuerza y la energía propia de la naturaleza.



 Así llegamos a un nuevo campamento, pero esta vez en lugar de personas, los que nos daban la bienvenida eran un grupo de elefantes dispuestos a bañarse con uno en el rio, darles de comer las bananas de los arboles, y dar un paseo encima de su lomo.



Desde ahí, seguimos bajando por el rio en gomones, disfrutando de un rafting, hasta llegar a un sitio en el que nos cambiamos a unas balzas de tronco y navegando hasta el próximo campamento, donde nos esperaba una camioneta para regresar.

Con esta ultima aventura culmine mi estadía en Chiang Mai,  y me tome el siguiente día para planificar mi camino, que no había dudas, debía seguir hacia un lugar que advertido previamente, tenía para darme algo mas profundo e intenso que lo que había vivido en esta ciudad.
Y con el pasaje en la mano, me despedí para conocer cual es la magia que envuelve al pueblo de Pai.




martes, 17 de julio de 2012

Buceando en Ihasia, Chalokk, Koh Tao


Sentarme a escribir y rememorar estos días me despierta una sensación familiar.  Existía un objetivo claro a cumplir, y era certificarme como open water dive, y que el mundo subacuático me reciba de buen modo.
Hacia muchos años que estaba con ganas de tomar el curso de buceo, y mis ultimas experiencias en Los Roques, Venezuela, habían confirmado la pasión por pasar horas en el agua nadando en medio de tantos peces y corales. Llegue a Koh Tao, en compañía de alex, mi amigo de chile. Al instante, alquilamos dos motos, y salimos en busca de un lugar para dormir y encontramos un hostel en la zona de Sairee, en pleno corazón turístico de la isla.



Pasamos dos noches, entre bares, playa y conseguir una escuela para bucear. Alex, ya estaba certificado, y necesitaba hacer el rescue y el dive master, que son niveles superiores, previos a certificarse como instructor. Y así, conocimos Chalokk, un sitio algo mas alejado, con una comunidad hispana para sentirse y vivir unos días en familia.  Y no podríamos haber encontrado ninguna familia mejor que Ihasia, la escuela para tomar el curso, y el brujo a la cabeza, como buen padre de familia, y un equipo de instructores, y compañeros que hicieron  que mi semana sea mas que cálida.

Con el brujo


 


















El brujo, Pixa, Irene, Baiana, Nayra, Aitana, Unai, Javi, Diego, Victor, y me están quedando mas por saludar. Fueron cuatro noches viviendo en las habitaciones de la escuela frente a la playa, con algunas clases teóricas, vídeos, y por fin la practica. Irene, nuestra instructora, y Manolo y Lily, que estaban de luna de miel, mis compañeros de curso. Estos días fueron a puro sol, un desayuno rico por la mañana bien temprano, y en curso hasta las seis de la tarde.


Lo que quedaba del día, era un snorkel en Shark Bay, o unas cervezas hasta terminar en el Next Door, el bar de playa, junto a la peña de españoles. La experiencia vivida buceando en Tailandia, es una de los regalos mas lindos que me esta dando este viaje. Me abrió la puerta a un mundo desconocido para muchos, y encontrarme en medio de rocas, corales, rayas, el tiger fish, nemo, tortugas y tiburones punta negra son recuerdos en mi memoria para siempre. Finalmente, y tras hacer el examen, y terminar el curso, recibí la certificación de Open Water Dive en SSI. Y ahora solo resta continuar con la practica y seguir avanzando en los siguientes niveles para pasar de los 18 metros a los 30 metros de profundidad bajo el agua. 


 
 
 









Había terminado el curso, pero estaba muy cómodo, así que decidí quedarme unos días, y tuve la suerte de heredar una casita frente a la playa al lado de la escuela. Tenía mi mesa y sillas en la terraza, y la posibilidad de quedarme mirando el mar, y la montaña desde mi propio espacio. 















Un día decidimos con Unai y Javi,  dos amigos españoles de Canarias, ir a pasar dos dias a la bellísima playa de Banana Rock
Y así llegaba la despedida de Ihasia, y de Chalokk, pero antes íbamos a recibir un regalo de esta hermosa isla. Unai me insiste para que vayamos a Shark Bay para hacer snorkel. Esta bahía es muy conocida por la posibilidad de ver algunas tortugas y tiburones punta negra. Y así fue, que se acercaron a despedirnos.
Estábamos nadando en el medio del mar, cuando Unai me llama que estaba el tiburón, y la verdad que en ese momento pensé: "y bueno ahora ya estoy acá, no voy a perderme la posibilidad", pero lo cierto es que estaba cagado hasta la medula. Y nomas acercarme, ahí lo vi pasar por debajo mío. No podía creerlo ! Me quede inmóvil, creo que ni siquiera respire por un rato, y es que tampoco quería molestarlo demasiado. Y siguió su camino como si nada. Y atrás Unai nadando para seguirlo, y al rato me dice: "porque no lo seguiste ?". Y que le pude haber contestado ! " no me jodas tío ! Que todavía estoy asimilando que estuve en el agua con un tiburón".
Acá les dejo una foto que rescate para que puedan verlo.  Y al rato nomas, la tortuga. Como de metro y medio. Comiendo en la profundidad, y subiendo después de un rato para tomar algo de aire y volver a lo profundo. Estuvimos alrededor de media hora siguiéndola, y a diferencia del tiburón, se queda un rato largo sin moverse demasiado, y no se molesta de que te quedes ahí con ella. Y de golpe, estaba Nayra, Pixa, Diego y Victor tambien, todos nadando con ella. 
Así fue la despedida que nos ofreció Koh Tao. Una cena todos juntos, y al día siguiente mi partida hacia Koh Phangan.










sábado, 14 de julio de 2012

Malasia express, entrando por Langkawi y saliendo por Kuala Lumpur



Mi entrada a Malasia fue en barco, desde un puerto cercano a la isla de Langkawi, mi siguiente destino por los próximos días.

Para llegar desde las islas Phi Phi (Tailandia) en otra época del año existe la posibilidad de hacer la ruta en ferry. Se puede ir saltando de isla en isla sin la necesidad de volver al continente. Pero en este momento, por el mal tiempo que se presenta en gran parte del sudeste asiático estos servicios no están incluidos. No tenía opción, para seguir bajando tenía que volver a Krabi (es una ciudad en el continente que junto con Phuket son las mas conocidas vías de acceso hacia las islas del Mar de Andaman) en barco, y pasar la noche porque el único servicio que llega hacia el puerto para cruzar a la isla de Langkawi sale a las siete de la mañana.
Al llegar a Krabi, en la agencia de viajes me dicen que mañana no hay salidas en bus y que voy a tener que quedarme dos noches en lugar de una. Definitivamente, no queria, y estaba dispuesto en agotar todas las variantes. Además algo no me cerraba.
Así es, que dejo en claro, que vuelvo en dos horas para que me confirmen el pasaje o a retirar el dinero. A unas cuadras nomas, encuentro un hotel para dormir, y salgo para comer algo y averiguar por las mías, variantes en caso que sea cierto. Pero en la primer agencia que entro enseguida me confirman un pasaje para mañana. Ahora había que esperar a que me devuelvan el dinero en el otro sitio.Y esta es una particularidad que encontré, y me llamo la atención durante todo el viaje. No tienen problemas con el dinero. Enseguida al llegar y confirmarme que no había salidas, me devolvió el total y de manera muy amable.
Enseguida compre el otro pasaje y, sin cambio de planes, continuaba el viaje de la misma manera.

Mientras tanto, no había mucho por hacer. Eran las cuatro del tarde, en un lugar con poco encanto, sin gente, y con lluvia. Hacia tres días, que la lluvia se había adueñado de gran parte de los días en Phi Phi, ahora en Krabi, y lo seria tambien en Langkawi. Estos días no fueron fáciles, y en todo momento tuve que luchar contra mi cabeza, pero es que se había combinado una dosis potente entre llevar unos días bastante solo, con lluvia, y algunas fechas nostálgicas.
Además por otra parte, el clima me hacia replantear un poco la ruta de viaje que continuaría por parte de Malasia, Indonesia y Filipinas, que son de las zonas mas expuestas al monzón.
Así es, que lo mejor era sentir el camino y decidir por donde quería seguirlo.

Finalmente, a las siete de la mañana del día siguiente pasa un mínibus a buscarme por el hotel, y a eso de las dos de la tarde estaba en el puerto haciendo aduana y migraciones, despidiéndome de una Tailandia que supo darme lo que estaba necesitando, y que agradecí haber conocido, aunque solo una parte. Porque todavía me queda toda la región hacia el norte desde Bangkok.
Y de alguna manera, sabia que era una despedida no muy larga.

El ferry hasta las islas Langkawi tardo solo una hora en llegar, y para ese momento ya estaba en tierra malaya. Al llegar, me alquile una moto, y me fui hacia la playa de viajeros por excelencia, Cenang Beach. Con el mapa en la moto, intente llegar, aunque un poco me perdí, y encima me corría la lluvia, así que tuve que parar en un puesto de ruta hasta que pare la lluvia. La isla es bastante grande y son como rutas que conectan los diferentes sitios. 
Al solo llegar, hubo algo que me empezó a llamar la atención. Estaba viendo demasiadas mujeres cubiertas con "velo", y otros mas con grandes rasgos hindúes. Y es que Malasia es un país musulmán, pero con la particularidad que existe una amplia apertura cultural, y conviven en gran medida con chinos e hindúes. La moneda es el ringgi, y un dólar equivale a 3 ringgits.
El costo de vida me pareció bastante por encima de Tailandia, y mas aun en Kuala Lumpur.Así es, que hasta aqui venia alquilando bungalows para mi solo, así que para cuidar un poco mas la economía me aloje en Gueko guesthouse por 15 rm. Muy bien ubicado a unas pocas cuadras de la playa y los servicios necesarios para estar cómodo. 
Lo cierto es que esta isla no me deslumbro, y dejando de lado que venia de increíbles paraísos, la playa no esta ni para competirle, y tampoco tiene grandes atractivos generales. Ni el entorno, ni el agua, ni la arena. De todos modos, con un poco de sol tampoco se la pasa nada mal. Pero el sol no estaba tan a gusto en estos tiempos y solo se dejo en ver en pocas ocasiones.
Mientras tanto salí a a recorrer la isla. Andar en moto, en medio de tanta naturaleza era reconfortante. 
Tenía que tomar una desicion, y sabia que las horas en la isla estaban contadas. Lo cierto, es que de repente sentí la necesidad de empezar a acercarme a la India, y no tengo demasiada certeza de porque, pero así lo siento.
Tras averiguar variantes de vuelos desde Kuala Lumpur hacia diferentes destinos encontré un pasaje económico para volar hacia Chiang Mai al norte de Tailandia. De esta manera, cambia la ruta a seguir, para continuar camino a Laos, Camboya, Vietnam, y la tan ansiada India.
Confirme el pasaje por web a través de Air Asia que es la empresa de bajo costo en el sudeste asiático. Y a posterior, el pasaje para el día siguiente seguir hasta Kuala Lumpur

Afortunadamente, tuve la capacidad de pretender salir con tiempo del hostel para llegar temprano al puerto de donde salía el barco. El camino al llegar me había parecido largo (aprox. 30 minutos) tenía que devolver la moto, y debía especular con el clima para no andar por la ruta con lluvia cargado con las dos mochilas, equipo de foto, y el iPad. Así es, que salí con tiempo, peroooo... fiel a mi destino a mitad de camino me acorde que tenía que pasar por la agencia donde compre el pasaje en barco, que quedaba a dos cuadras del hostel, para retirar el ticket. Y bueno, mucha opción no tenía. Lo que iba a ser llegar temprano para no correr, devolver la moto  y comer algo, se transformo en una carrera contra reloj con una garúa permanente y el tanque de la moto casi vacío. En cuestión, a las siete de la tarde me estaba subiendo al barco y comiendo unos chocolates toblerone que me quedaban en la mochila. Tras bajar del barco, y dos horas de espera, me subí al micro para viajar durante toda la noche hasta llegar Kuala Lumpur.








Serian las siete de la mañana cuando baje en la terminal, y lo primero era conseguir donde dormir para dejar las mochilas y descansar un rato. Me alquile una bonita habitación en el medio de Chinatown y descanse hasta el mediodía que paro de llover. Uno de los sitios mas interesantes que quería conocer era la mezquita Masjid Negara, una de las mas grandes de todo el sudeste asiático. Para entrar correctamente vestido, si vas con remeras sin mangas o en bermudas te ofrecen una especie de túnica, y la posibilidad de recorrer asi gran parte del lugar. Las zonas de rezo están restringidas para aquellos que no son musulmanes.



Desde ahí, me fui caminando alrededor de una hora y media por calles de la ciudad. Curioseando los negocios, la gente, las costumbres; y así llegue a las Torres Petronas, emblema de la capital de Malasia, que entre 1998 y 2003 fueron las mas altas del mundo. Tenía el dato que frente a las torres hay un bar desde donde se pueden ver tomando algo, y una de las mejores vistas. Y tras preguntar, llegue al piso 33 de un lujoso hotel, que cuenta con un importante bar en medio de una pileta enorme, y una panorámica en primer plano. Kuala Lumpur me gusto mucho, me quedan fantasticos recuerdos de una ciudad culturalmente deslumbrante.