La ultima noche de bangkok, conocí a un vasco; indignado que mientras salvaban a España del default, el rey estaba mirando la Eurocopa; y a un chileno, con el que viajo desde entonces.
Hace tres días que partí de Bangkok, un día por la tarde (se me hace difícil reconocer el día en que estamos). El micro salió a las seis de la tarde, y a las 3 de la mañana nos despertaron que habíamos llegado y teníamos que bajar, pero para sorpresa de todos no había ningún puerto para tomar el barco hacia la isla, y así fue que el chofer sin entender lo que le preguntábamos se sube y parte. Y así nos encontramos en un pueblo alejado, desolación total, con dos franceses, un italiano, un chileno, tres alemanes y yo.
Después de estar 45 min sentados en medio de la noche en algún lugar perdido de Tailandia, apareció un camión que era nuestro segundo transporte hacia el puerto, al que llegamos a las 4 de la mañana, y recién a las 7 salía el barco hacia la isla. Entre un poco de dormir en cualquier espacio que sirva de cama, y algo de fotografía al amanecer subimos a un ferry.
Al llegar y ver a los lejos lo que nos esperaba te hace sentir que todo lo anterior valió la pena.
El muelle, la playa, las lanchas de madera esperando algún viajero con ganas de andar, las casitas de madera sobre los morros, lleno de palmeras despierta un disfrute total. A los 10 minutos, estábamos alquilando un scooter para recorrer y conseguir un lugar para dormir. Y así llegamos al hostel backpacker y por 250 baths compartíamos habitación y baño.
La siguiente misión era encontrar la escuela para bucear, y para ello, vale mencionar que encontrarme en una isla en el sur de Tailandia manejando una moto por calles entre montañas y con un mar celeste alrededor es para agradecer.
El día de ayer merece un capítulo aparte, porque llegar a la playa banana rock, es sublime, y esta es la mejor palabra para describir el lugar. Claro que después de terminar el curso, es muy probable que pase unas noches viviendo ahí.
El bar puedo decir que es tranquilamente propiedad de Jack Sparrow, con una playa privada para solo unas casitas de película. El atardecer es difícil de describir. Me pareció mejor filmarlo para que entiendan mi imposibilidad de poder describirlo. Esta tarde fue entre cerveza (convengamos que la playa y 30 grados promedio de temperatura invita a beber una fresquicimas rubias cervezas), snorkel por corales, y música.
Estos días de estar en un lugar algo mas asentado me permite estar algo mas conectado. Alguna practica de yoga, correr por la playa, escuchar música tomando sol, y algunos mates de algún argentino que olvido su equipo en la escuela.
Siento que estoy recibiendo mucho cariño de mucha gente que me escribe. Los siento muy cerca, y estoy disfrutando mucho. La experiencia es invaluable, y las noches llenas de estrellas.